He tratado de utilizar la tecnología
de última generación ( la que està a mi alcance y posibilidades económicas )
para desarrollar mi gusto inmediato por la narrativa escrita: donde sea y a la
hora que sea. Aùn no puedo hacerlo
precisamente pero busco ansiosamente los apoyos electrónicos y demás que me
permitan en el futuro realizarlo a cabalidad.
Pese a que disponemos del
computador, las tabletas y hasta los celulares tipo “ note “, terminamos
algunas veces recurriendo a la vieja hoja de papel y hasta al papelillo de bolsillo para registrar
apuntes o ideas de rápida aparición en
la mente, quizás porque son una “ ventana “ siempre abierta y disponible que no
requiere de ninguna función para ser usada, ni hay que recargar dispositivo
alguno por ausencia de energía. Pero quizás no desechamos aùn del todo el
ejercicio manuscrito aferrados a la
gracia y placer del vaivén de las manos al escribir, cuyo encanto està muy lejos de ser sustituìdo
por el tableteo de estas mismas manos sobre el teclado de los dispositivos electrónicos,
aùn de los táctiles. Es quizás la nostalgia ( entronada en la memoria genética )
por las huellas manuscritas y pictóricas de las primeras civilizaciones, origen
de la escritura moderna.
Garcia Marquez hablaba de la
nostalgia y apego por la vieja màquina de escribir en su quehacer de creación literaria.
Seguramente el esfuerzo superior de los nudillos de las manos y de los extremos
blandos de los dedos sobre las rìgidas teclas de antaño no ha sido nunca obstáculo
para que el nobel siga buscando “
mariposas amarillas “. Tal vez en èl también està la evocación de sus tiempos
de cronista y de la apariciòn de sus primeras novelas rodeadas de fantasìa y romanticismo.
No hay que dudar que también se
trata de la resistencia al cambio que todos padecemos frente a lo novedoso y
del miedo a que las tecnologías modernas, emergentes y en continuo y
vertiginoso desarrollo, nos resten humanidad y nos agreguen automatismos,
impersonalidad, plasticidad, superficialidad y efìmeras manifestaciones
literarias que se lleve el viento, y terminemos en la mediocridad de quienes prefieren
los resúmenes al texto completo, y “ copian y pegan “ tal como están las ideas de otros para en
retazos formar la propia sin agregarle un ápice de ingenio personal; por la
necesidad de la inmediatez y el producto rápido e instantáneo.
La comunicación en la vida
moderna es a la vez veloz y superficial, extensa y vana ( con sus excepciones
claro està; gracias a Dios !) A lo que requiere tratamiento y profundidad le
dedicamos poco tiempo. Es tal el cùmulo de información al que estamos expuestos
diariamente que si quisiésemos revisar todo lo que nos llega a nuestro correo
elèctrònico y a las redes sociales, y todo lo que està contenido en diarios,
revistas y libros no habrìa tiempo para otros asuntos. Tenemos forzosamente que
volvernos selectivos y sobre esa selección actuar.
Posiblemente hacia el futuro el libro electrónico
termine por imponerse sobre el texto de celulosa y el papel desaparezca casi en
su totalidad pasando al anaquel de las reliquias màs queridas, pero la función que
ambos cumplen en la sociedad no se perderà y este instrumento valioso de la comunicación
asumirá seguramente, y desde luego, nuevos ropajes que la mente humana aùn no
se imagina.
El problema de la tecnología no
es la tecnología misma. Podemos utilizarla para bien o para mal, adecuada o
inadecuadamente; puede convertirse en una adicciòn y una anomalía o en un
instrumento para crear y transformar positivamente y hacer la vida màs
agradable y placentera. Mientras tanto podemos ir y venir entre lo material y lo digital. Sea en la corteza de
los àrboles, sobre las superficies rocosas de las cavernas de la prehistoria;
sea sobre la suave y presurosa pantalla de un dispositivo electrónico o
sobre pantallas virtuales que proyectan la imagen y el texto en el
espacio sin soporte físico alguno, el encanto multicolor del garabateo de la
herramienta humana que nos permitió trascender sobre las demás especies
animales en algún recodo del pasado histórico de la humanidad, y cuyo producto
terminado es aquello que llamamos escritura
y todo su abanico de manifestaciones gràficas, es siempre el mismo.
Queda cerrada la “ ventana “, por
hoy.
Escrito por JORGE DUQUE