Pronunciaba esta frase del título una amiga con quien departìa cuando se dio cuenta que habìa olvidado el celular y entrò como en una especie de pànico. Al indagarle, a què se refería con " desgaste ", respondiò diciendo: " si lo tengo conmigo sufro y si lo dejo o no lo tengo a la mano me preocupo por no recibir llamadas o por no poder hacerlas prontamente, vivo preocupada a toda hora ".
Creo que todos vivimos peripecias con el celular y nos angustiamos en menor o mayor medida. Deseamos tenerlo siempre cerca (en nuestras manos, sobre el escritorio, la cama, el mesòn de la cocina, el mueble del baño,etc.) y en lo posible en el bolsillo, en la cartera las mujeres o en su seno (algunas), por seguridad; nos preocupa olvidarlo en casa o en el trabajo o quedarnos sin carga en la baterìa ; e igualmente nos preocupa que no puedan localizarnos inmediatamente en un momento dado ( en otros mejor que no nos ubiquen !) o que no podamos conectarnos con la misma presteza con amigos y familiares o en algunas ocasiones con el trabajo. Es la paranoia por la supuesta inminencia de la llamada o por la necesidad creada, creciente y hasta cierto punto artificial de comunicarnos constantemente y al instante.
En el pasado cuando no existìan las tecnologìas de la comunicaciòn moderna, especialmente este dispositivo mòvil, no habìa tal necesidad apremiante por saber de los demàs de primera mano y los sucesos calamitosos y perentorios no tenìan tal caràcter y se resolvìan la mayorìa de las veces sin nuestra presencia y concurso indispensables: alguièn los asumìa y despachaba. Las tareas y compromisos daban espera, ahora la respuesta debe ser inmediata, parecería que siempre nos requieren para " ya " y de no localizarnos algo trágico sucederá. El celular contribuye poderosamente al acelere de la vida moderna.
El teléfono fijo en su tiempo acortó las distancias y acercó por lo tanto a las personas, pero a otro ritmo. Tenían tiempo ( emisor y receptor ) para acudir al lugar donde el auricular se encontraba anclado a la pared mediante un cable. Nadie se preocupaba de que fuera de otra forma. Los afanes en la comunicación estaban reservados para los asuntos de trabajo, las relaciones sentimentales, las catástrofes, los familiares ausentes viviendo a grandes distancias, y una que otra cuestión fuera de este contexto. Nadie se alteraba por no encontrar ipso facto a otra persona. Ahora parece que toda llamada es urgente y no se puede dejar para más tarde. El teléfono inalámbrico (antesala del móvil ) comenzó a cambiar la situación y nos fuimos acostumbrando paulatinamente al aparato que podía trastearse de un lugar a otro en un área restringida sin requerir del cableado y que daba la posibilidad de tenerlo siempre a disposición para conexiones más rápidas; comenzó a configurarse la relación enfermiza con estos dispositivos que han terminado por ser apéndices nuestros. Son " los infaltables compañeros de rutina de la vida posmoderna, al punto de que nadie sale a la calle sin ellos ", como se decía en un artículo leído recientemente.
Si " no me conecto no existo " parecen decir quienes rebasan los límites de las implicaciones más o menos normales y sin grandes consecuencias para la salud mental ( y aún física) descritas anteriormente. Estas personas a quienes les aterra la eventualidad de un " apagón comunicativo " pueden estar sufriendo del síndrome de la nomofobia. Nuestra amiga del principio de la nota puede estar comenzando a padecer esta fobia que se caracteriza por la obsesión por el celular y la angustia generada al no lograr comunicarse. En los casos extremos puede haber sudoración excesiva y palpitaciones; miedo incontrolable, irracional y desproporcionado; irritabilidad y mal humor; inestabilidad, agresión y dificultad para concentrarse, además de otros tantos síntomas.
De otro lado, se comenta en los artículos investigativos sobre el tema, el problema se genera cuando se crea una relación tal con el artefacto que su presencia justifica nuestra tranquilidad psicológica: nos da estatus y seguridad, podemos alejarnos a mayor distancia, disminuye el miedo porque nos ocurra algo o a nuestros seres queridos. Estamos controlados y nos controlan.
En el mundo hay 5.000 millones de celulares, casi que podríamos decir que cada habitante del planeta tiene uno. El 50% de los usuarios nunca lo apagan. El 58% de los usuarios varones ( 48% de las mujeres) quedan en estado de " profunda ansiedad " al colgar el aparato; y el 53% de todos los usuarios padece de nomofobia. A mayor tecnología mayor dependencia: los teléfonos inteligentes ( los llamados smartphone ) dotados de mejores prestaciones y funciones producen más dependencia y por lo tanto mayores probabilidades de ocasionar nomofobia. Son los jóvenes los más expuestos, según las investigaciones.
Dos casos referidos en lo indagado sobre el tema me causaron curiosidad y asombro: uno el caso de una paciente que acudió al psicólogo para ser tratada de la fobia al celular y mientras estaba en consulta no podía dejar de revisar constantemente su móvil. El otro, la adolescente que luego de la caída de la plataforma de BlackBerry en días pasados se sintió absolutamente perdida en la ciudad ya que se orientaba por la información que recibía en su aparato sobre rutas, congestiones y demás; y de otro lado " qué pasaría con todos sus amigos con quienes le era imposible comunicarse por el sistema interno de chat de BlackBerry ? " Una tragedia ! para ella....
No necesitamos ir muy lejos para observar cómo hay personas que siempre están hablando o manipulando el celular para ver mensajes, chatear, oir música, etc. Cada dos o tres minutos están revisando la pantalla. En todos los espacios de la vida diaria y laborales los encontramos, como " chicles electrónicos ", absortos e idos de este mundo, desconcentrados (en muchas ocasiones del todo) de sus tareas corrientes, y lo que es más grave de las actividades y asuntos vitales, de trascendencia. Cuántas veces en las reuniones de trabajo hay más personas pendientes de su celular ( y aún del computador ) que prestando atención y participando. Unas cuantas dirigen e imparten instrucciones o simplemente información al mismo tiempo que monitorean sus aparaticos !
Sería saludable revisar en qué nivel de dependencia nos encontramos y hacer los ajustes del caso para romper entre otras cosas la paradoja expresada por alguien: " nunca antes ( gracias a los modernos medios de comunicación ) estuvimos tan cerca de los ausentes y a la vez tan alejados de los presentes con quienes compartimos la vida diaria "
Escrito por JORGE ANTONIO DUQUE ROJAS
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